Evangelizando sin Dios
Hace poco tiempo mi esposa y yo hicimos un retiro llamado Proyecto de Amor Conyugal. Se trata de un retiro centrado completamente en el matrimonio. Si no lo has hecho y estás casado, te recomiendo encarecidamente que lo hagas. No te arrepentirás.
No puedo revelar las actividades que se realizan dentro del retiro, puesto que es algo que cada matrimonio debe ir descubriendo. Pero si hubo una que me encantó y me hizo darme cuenta de muchas cosas. Resulta que me dieron una sencilla hoja donde debía escribir de manera sincera y sin tratar de engañarme las prioridades en mi vida. Todo aquello por lo que me movía.
Cuando las escribí, sentí vergüenza y mucha tristeza. El lugar que Dios ocupaba en mi vida era concretamente el sexto. Si, así es. ¡El sexto puesto! Yo, que antes decía que Dios era el motor de mi vida y bla, bla, bla... resultaba que ahora me tiraban un jarro de agua fría y me abrían los ojos. Este sencillo ejercicio me hizo plantearme la siguiente pregunta: ¿cómo puedo dedicarme a la evangelización online sin tener a Dios en el primer puesto de mis prioridades?
Vivimos en una sociedad en la que todo debe ser inmediato (o al menos los millenials en su mayoría somos así). Si no obtengo lo que quiero en el momento, no me vale. El problema es que esto tiene consecuencias muy graves en nuestra vida. Además de convertirnos en alguien impaciente, este deseo de la inmediatez puede desplazar las prioridades de uno poco a poco, sin que apenas nos demos cuenta.
En mi caso, vivía bajo el argumento de: "como me dedico a Dios profesionalmente, estoy cerca de Él siempre". ¡Naaak! Error muy grave. Creía que el hecho de servirle a Dios me hacía inmune a todo, pero esto no es así. Los proyectos de evangelización me fueron atrapando poco a poco y de pronto caí en la cuenta de que solo buscaba resultados. Me había olvidado de evangelizar. Si los resultados no eran los esperados, me frustraba y buscaba soluciones inmediatas. Claro, esto hace que uno se descentre realmente de la misión y poco a poco se convierta en lo que la sociedad busca que seas; alguien productivo, sin importar tu persona.
Por ello, desde hace tiempo puse en mi oficina una frase que me recuerda cada día la razón de porqué estoy allí.
Hasta el jueves que viene.